sentados, alrededor los ojos se mantenían cautivos por la impiedad de los detalles... ¿quién les mostraría la vida en toda su torcedura? ¿quién les permitiría ser reyes sin batallas?
ninguno se movía, como estatuas que no dejan de preguntar siguen cada sílaba de miedo y de risa...
ella cuenta su mitad alzando los dedos y trenzando grifos y quimeras entre las ondas del calor y las aureolas circulares que va dejando el humo del cigarillo...
arriba, el cielo deletrea su nombre todos los días, lo tiene pintado en el reflejo de los años y en el olvido de las noches en que sólo se pueden seguir viendo puntitos tenues de luces de estrellas fugaces... es la condena de la claridad de sus palabras que nadie conoce aún...
el hechizo del mañana antes del ahora está en sacar las alas y enseñar el brillo del demonio que se refleja en sus ojos...
ninguno se movía, como estatuas que no dejan de preguntar siguen cada sílaba de miedo y de risa...
ella cuenta su mitad alzando los dedos y trenzando grifos y quimeras entre las ondas del calor y las aureolas circulares que va dejando el humo del cigarillo...
arriba, el cielo deletrea su nombre todos los días, lo tiene pintado en el reflejo de los años y en el olvido de las noches en que sólo se pueden seguir viendo puntitos tenues de luces de estrellas fugaces... es la condena de la claridad de sus palabras que nadie conoce aún...
el hechizo del mañana antes del ahora está en sacar las alas y enseñar el brillo del demonio que se refleja en sus ojos...
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