20060227

sincronic.05 [ Kan Oxlahun · Ahau Uakac ]

Cuando llegaste tú, comenzó a doler en mis manos el paso del tiempo... En mi corazón estallaban, como pulsares, esporádicos brotes de violento olvido... dejé atrás la locura para comenzar a dormir en medio de una calma que volvió mis sueños intranquilos...

Un día, por la mañana, dije sólo la verdad y fui juzgado como criminal... Al día siguiente mentí y mi falsa certidumbre no fue suficiente para caminar con los demás entre el bruñido de los cristales...

Cuando tú llegaste se olvidó la muerte de mí... Comencé a escuchar voces en cada uno de los rincones que ya no pude recordar de mis sueños...

鎖 || chain

¿cómo es mentir?

me miento a mí mismo pensando las letras que pintaría en tus sueños, en tu deseo, en tu ansia de gobernar lo impasible de mi sueño...


me miento cuando digo que no habré de regresar, que no habré de volver a dejar que tu abrazo encadenante ahogue mi latir...

20060222

砂の穀物 || sand grain

una gran pasión no siempre juega a tu favor... a veces, la sangre que se respira como un dulce aroma que despierta tu instinto, es nada más que el recordatorio de que todo lo que había en tu sueño está a punto de cambiar... se mutan los colores, se desgranan los olores, te acobarda el vértigo de la caída que regresa una y mil veces... recurrente como el hito del fin de ese vuelo que nunca puedes remontar...

cuando mi calma era calma, el cielo que giraba sobre mi cabeza no era de ningún color... lo pintaba de los tonos con que amanecía mi desesperación... mi voz era el silencio, mi mirada la ceguera de quien sólo escucha, de quien ve entre la corriente del viento los pasos que dan el tiempo y la vida susurrándose palabras que tienen la forma de granos de arena de mar...

20060217

流れ || flow

Muchas veces me pregunto si las cosas que nos acontecen cada día, suceden por casualidad o por un fin determinado que es sólo parte de una fotografía más grande que no somos capaces de distinguir completamente... Regularmente creo que todo tiene una razón y una contra razón, aunque gran parte de mi vida nunca la ha tenido... Y cuando la tiene siempre hay algo que entra en el sentido contrario, como si fuese necesario que cuando encuentras algo bueno también debas dejar algo bueno para que tu carga común de felicidad no sea más de la que debes tener...

Ahora comienzo a ver que las cosas, después de todo, ni seguirán igual, ni te interesan igual, ni mejorarán, ni parecen importarte ya... No es la primera vez que diría algunas cosas que ya no voy a decir, ni será la primera tampoco en que no tendré nuevamente respuesta más que un largo, incómodo y patético silencio...

¿Qué pasa? no lo sé...

¿Qué pasó? tampoco...

¿Qué voy a hacer? creo que absolutamente nada tampoco... cerrar los ojos, dejar de hacerme ideas sobre las cosas que ya no tienen solución... dejar de preocuparme... y seguir caminando como cada día... olvidando un poquito de cada cosa que simplemente... fue...

20060207

砂の秒 || los segundos de arena

I.

siempre hay veinte minutos adelantados en cualquiera de mis cien relojes. veinte minutos que no se cómo es que llegaron ahí. no había dado cuenta de ello. me parecía algo natural el tener tiempo suficiente para todo. llegar temprano. no salir corriendo de casa al trabajo o a la escuela. mi tiempo era el tiempo justo y vasto para cada día.

una mañana, al despertar, el tic de los relojes blancos y el tac de los relojes negros comenzó a cambiar el sentido de sus notas. los tics blancos ahora eran tacs rojos. y los tacs negros habían adquirido una tonalidad de tics lavanda. el sonsonete de su canto había dejado de ser tango para volverse aliento de organillo.

y así cada mañana las texturas se deletreaban. para anunciarme el alba o el ocaso iban tomando una nueva tonalidad.

cierto día, mientras ellos completaban su sinfonía matutina, todo se detuvo en mi mirada y el grave color caoba de los violoncellos se volvió una sombra que lo cubrió todo: mis libros de grabados, las borlas tejidas a mano de mi cobija de lana, el brillante y alegre tintineo de mis pomos de tinta china multicolor. todo eso abandonaba con cada tic y con cada tac su color.

ese día que se había vuelto sombra no pude salir de casa. la tos, que sólo era tos como cualquier otra, había mermado mi fuerza natural y decidí no dar pie a que la nieve y el susurro del frío estival se le unieran como aliados.

ese día fue que comencé a notarlo. el cucú de la mañana sonó muchos segundos después de que mis ojos descubrieran la luz sosegada del primer brillo del sol.

la comida en mi plato se había terminado mucho antes que sonaran las primeras campanadas anunciando la hora del té.

al salir por la calle al trabajo, nadie esperaba en la terminal del tren.

todo seguía ahí pero todo era, de una u otra forma, distinto al tono de cada tic y de cada tac que yo conocía.


II.

uno se pregunta muchas veces, a lo largo de una y de todas sus vidas: ¿cómo es que pasa el tiempo? lo medimos, o pretendemos hacerlo. lo mesuramos, o intentamos que no nos gane en la carrera. lo limitamos y el único límite que tenemos es el que le imponemos a cada día, a cada momento y a cada instante de lo que hacemos.

el tiempo es arena, es oro, es irrecuperable, es dios.

aunque, entre ires y venires seguía preguntándome: ¿porqué para mí el tiempo no corría igual que para los demás? un día se detenía un minuto detrás de mí, al siguiente eran cinco y no, después todo regresaba a la normalidad.

y entre todos esos minutos menos nunca había uno solo de más. todo había venido siendo tan normal para mí, que ni siquiera me había percatado de ello...


III.

cada día dos. cada día veinte. cada día uno. cada día seis.

el día trece, del primer mes, del último año encontré el sonido de mi destino: el suave y consonante siseo de un reloj de arena. blanco y negro como el ying y el yang. la soledad envuelta en la brevedad con que cae en silencio cada grano hipnotizó el curso de mis propios segundos.

la vida se detuvo... así de simple... así se borraron las risas y las caras, las huellas de sus sombras... y el brillo del sol me quemó los ojos...

por eso ahora no puedo ver mi sombra, porque si la miro me convierto en un monstruo, un hombre sin nombre, un siseo... por eso la tomo a pedacitos de espalda y la voy comiendo...