20090903

All we ever wanted was everything...


Vivir cerca del agua atempera el espíritu y deja que los días floten en un vaiven que te mece como la marea.

La naturaleza es tan hermosa como cruel. Así funcionamos todos, por más cerebro que creamos tener. El sentido común es el que determina mucho de lo que somos y de lo que hacemos. El instinto. La "Cultura" que nos haya definido y forjado desde la cuna y que nos acompañará hasta el día de nuestra partida de este mundo.

Nunca he entendido a la gente, muchas veces me molesta su contacto o su presencia; sin embargo, entre todo ese pesimismo y toda esa misantropía he descubierto que una y otra vez vuelvo a ser yo; vuelvo a dejar que ese 'sentido común', que esa 'conciencia colectiva' se permée dentro de mi y exuden mis huesos una inmunda humanidad que jamás me abandonará.

Y se que cada día soy tanto o más humano de lo que jamás quise ser, tanto o más de lo que ya lo soy cada día.


La Luna y el Mar son una mezcla mágica, mística. Aquí es donde, igual que los salmones, vuelvo a sentir el camino de mis pasos agitándose delante de mis sentidos.


Mucha gente tampoco entiende esa necesidad que tenemos algunos por reinventarnos, por cambiar, por dejar los lazos, por dejar de ser los mismos un poco y no dejar de serlo en el fondo.

Ayer caminaba mirando las nubes sonrojadas por el ocaso del sol, de un sol que aunque es brutal no te deja saber de los sin sabores que tiene la vida, te permite respirar gotas de lluvia que resplandece a la distancia y al lado contrario del viento ves aparecer de repente una luna enorme que susurra en la penumbra su pertenencia sobre todos nosotros.

Muchas veces me he preguntado, ¿qué es lo que debería beber el día del fin del mundo? Creo que encontré la respuesta...

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