20160922

Aod en los ojos de Ute

[ Esta es la transcripción de la carta hallada en el departamento donde se encontró un cuerpo completamente desollado y en una extraña condición de descomposición. La identidad, causas de muerte, edad y género del cuerpo siguen sin determinarse. La dueña del departamento tampoco ha sido encontrada aún, así como la persona que escribió el texto. ]  

"A veces me pregunto si mis decisiones, tomadas siempre muy a despecho e impulsivamente, son las correctas aunque sé que no lo son.

En cierto universo paralelo, del cuál me voy alejando cada vez más, son verdades que cristalizan en algo que se va convirtiendo en olvido, en impertinencia, en desánimo, en odio, en muerte. Esas ilusiones se difuminan tocándose intermitentemente. Son límite la una de la otra, su frontera y su inicio también.

De esa noche recuerdo aún los aromas que persistían al día siguiente en mis manos; a la izquierda la penumbra del deseo, a la derecha residuos de esa habitual cotidianidad, de tu verdadero ser. Sin embargo, he olvidado ya tu cara o ese fulgor que irradiaba de tus ojos aún cuando ya no podías verme; cuando el sentido de nuestros sentidos ya había dejado de tener trascendencia. Ya no había nada más que esperar, qué hacer, qué desear.

Todo gira en un espiral que se engulle a sí mismo para después renacer en algún otro lugar, vivo entre las cenizas de su propia maldición.

Ivo canta de nuevo bajo las sombras, el silencio lo acompaña, unge sus alas de penumbra, de soledad, de locura."


1.
- Encontramos esta carta junto al cuerpo, estaba hecha un cubo de origami. -, dijo el oficial mientras escrutaba con esos ojos secos todo alrededor del cuarto. Las pinturas, las fotografías, cada hoja de papel regada por las esquinas, sus compañeros rebuscaban entre los libros, entre las libretas, entre cada rincón de polvo que pudieron hallar.
- ¿Cuándo fue la última vez que le vio?, sabemos que eran amigos.
- No sé qué decirle señor, serán... dos, tres meses, estuvimos algo distantes en últimas fechas.
- ¿Algún motivo en especial?
- Ninguno señor, simplemente nos frecuentábamos sólo lo necesario.
- ¿Le dice algo lo que le acabo de leer? Alguna idea de..., ¡bahh! olvídelo...  Nos vamos a llevar todo este material, ya le estaremos visitando si algo más se nos ocurre.

El oficial dio media vuelta detrás de los otros que llevaban un par de cajas con mis cuadernos de notas, hojas sueltas, fotos, libros, cd's. Era demasiado evidente que lo que les urgía era largarse de este lugar, les incomodaba seguir removiendo cada pedazo de basura acumulada aquí por años tras años y seguir sin encontrar absolutamente nada de lo que habían venido a buscar. ¿Y qué era lo que habían venido a buscar?, en primer lugar.



2.
Supe que Ute había muerto en el mismo instante de abrir los ojos. Este no era el lugar donde tenía anclados mis últimos recuerdos. De hecho mis últimos recuerdos se sentían tan distantes que tuve que entrecerrar un poco los párpados para intentar enfocarlos.

Anduve por las habitaciones intentando no perder el casi nulo equilibrio del que aún podía disponer. Estos despertares suele ser bastante confusos, como intentar ir armando un rompecabezas con las piezas de algo que no logras recordar completamente. Mis manos sin mis manos. Mi pensamiento sin pensamientos. Mi mirada sin mirada.

Me detuve frente a la imagen en el espejo que intenté reconocer, pero que en ese instante aún me era bastante ajena, aunque la reconocía, me reconocía en ella. Nombres se arremolinaban en mi cabeza como flashazos: Aura, Yol, Santa, Maude, Ollin, Ute, Aod, Ivo… ¿Ivo? ¿Quién demonios era Ivo?

La confusión me colmaba, me nublaba, pero cada segundo de falacia era igualmente una certidumbre. Cada escena que se mostraba sin sentido era un recuerdo que comenzaba a entrelazar sus venas en mi subconsciente. A cada segundo se iba armando ese yo que parecía ser, pero que nunca era en realidad. ¿Qué era yo? ¿Quién era yo?

Comencé a recordar cada paso hasta ese momento, lento, difuso. Las imágenes se volcaron y se sucedieron una tras otra como un dominó enlazado que comienza a derrumbarse y deja entrever en su otra forma un enorme ouroboros en llamas.


3.
Un corte casi perfecto y limpio de la coronilla al perineo, recorriendo la cadena sinuosa de la espalda y el cuello. La sangre coagulada pegada al músculo sin desprenderse, como una gelatina viscosa dejando que la piel se desprenda suave, como un guante hecho a la medida.

Dos ojos inertes frente la espejo, la mirada turbia, vacía. La pequeña gata lamiendo las bolutas de restos entre los charcos que aún hay por toda la duela del piso.


4.
Ute se quedó dormida mientras el silencio hacia uno de sus huecos recurrentes en la plática y en medio del cansancio, tras un breve parpadeo sus ojos no resistieron más y simplemente fueron cediendo hasta caer en un inducido sueño profundo, absoluto. Se quedó mirándola un rato mientras también se iba nublando la vaga idea de conciencia que aún le quedaba. Ese atisbo de euforia que le había llevado a ese lugar a ese momento, a ese cuerpo.

La sombra de Ivo se levantó y con una cínica sonrisa anduvo de un lado a otro por la estancia, olisqueando, revisando cada rincón como un animal en busca de rastros. Tomó con tacto ligero las esquinas de la mesa de cristal del centro y la arrastró hacia una esquina del apartamento dejando libre un espacio amplio en la madera un tanto desgastada pero aún brillante del piso.

A contraluz, su silueta eran una sucesión de rayones pardos y oscuros contrastando sobre un destello ambarino, opaco, pálido, palpitante.

Eso que parecía ser un cuerpo, una sombra, algo, metió la punta de un listón de seda ancho por entre el hueco de la axila derecha de Ute, rodeó su espalda abrazándola lento, sin prisas; retomó el extremo asomando por la axila izquierda y lo fue jalando hasta que ambas puntas se unieron equilibrando en su centro todo el peso de esa lánguida existencia inerte que comenzó a balancearse muy ligeramente, como un péndulo en el centro del lugar.

La mancha palpitante alzó ambas manos que comenzaron a desmadejarse en filamentos de apariencia metálica y tornasolada para después ir tomando forma de dedos largos y afilados en ambas extremidades. Tomó la capa de piel que se humedecía debajo de la cabellera larga y tinta de Ute, justo al centro del hueso frontal del cráneo, y la fue liberando hacia abajo de esa atadura viscosa y tibia que es en lo que ahora se convertía su cuerpo mientras lo despojaban milímetro a milímetro de su hermosa funda.


5.
El tacto suave de la piel de Ute sigue viviendo en las huellas de mis manos a cada segundo. Respiro su aroma. Aún puedo llegar a intuir algunas veces el palpitar de su sangre, la profundidad de su sueño al dormir. Es extrañamente peculiar sentirla dentro de mi, aún después de tanto tiempo, más que como el recuerdo que es, como una sensación.

La policía nunca pudo determinar si el cuerpo encontrado en su casa era el de ella, el de quien escribiera la carta o el de alguien más. Dicen que la masa amorfa que se llevaron de ahí comenzó a desintegrarse hasta que no quedó absolutamente nada de ella. Un mero amontonamiento de células y proteínas sin rasgos genéticos específicos. Como una gelatina hecha en algún laboratorio y abandonada en ese lugar.

Nunca se supo tampoco nada de las palabras dejadas en la nota, ni de quién las haya dejado escritas. Creyeron que podía haber sido una nota suicida, pero la descartaron revisando la historia de Ute. No existía en ella un sólo rasgo que lo confirmara. Ella nunca habría hecho algo así, ni habría abandonado su casa y su vida sin más.

Mis cosas regresaron también. Mis libros, mis cuadernos, mis fotografías, mis cuadros, cada hoja polvorienta que se habían llevado de cada rincón polvoso de casa.

Todo vuelve aquí una vez más a su orden, a su penumbra de realidad...

Los ojos de Ute ahora ven nuevamente desde los ojos de Aod, de estos ojos, de la persistencia de esta sed que comienza a palpitarme desde dentro, desde esa sombra oscura e invisible que aún hoy sigo sin vislumbrar…